El envejecimiento es el resultado del curso natural de la vida y conlleva cambios fisiológicos, psicológicos y sociales. Hoy en día, la población anciana se ha convertido en un importante fenómeno global, y su número ha aumentado debido a una mayor esperanza de vida y mejores resultados de salud. El crecimiento mundial de la población anciana se prevé aumentará del 9% al 16% hasta el 2030 a nivel internacional, y del 5,6% al 17,5% en Irán. Los ancianos forman parte de los grupos más vulnerables de la población y su salud física y emocional requiere una especial atención.
El ingreso de una persona en una residencia de ancianos tiene consecuencias psicológicas, incluida una sensación de rechazo, estrés mental, depresión y el dolor por la pérdida del hogar. La transición del hogar al asilo, conocido como «la reubicación», es el hecho más importante que afecta a esta etapa de la vida y deben atenderse todas las necesidades, no sólo las físicas. Uno de las retos importantes es la salud mental, que requiere atención y prevención en trastornos como la depresión y la ansiedad. De hecho, Tabei et al. afirmaron que la depresión es el trastorno psicológico más común. Los probelmas físicos en primer lugar y la depresión en segundo, son las causas por las que se determina la invalidez de un anciano. Una persona con depresión manifiesta síntomas como cambios en el apetito o el peso, el sueño, la actividad psicomotora, pérdida de fuerza, sensación de inutilidad, dificultad para pensar, falta de concentración, pensamientos repetitivos de muerte e intentos de suicidio.
La ansiedad también es un problema común en esta etapa porque está asociada con muchas discapacidades y viene acompañada con distintos signos físicos como taquicardia, sudoración o dolor de cabeza y disnea. Cabe señalar que las personas mayores tienen mayor riesgo de depresión y ansiedad debido a la reducción de la autoestima, disminución de la actividad motora, pérdida de amigos y parientes, autonomía física y financiera reducida y aparición de enfermedades crónicas.
El tratamiento de la depresión y la ansiedad involucra intervenciones farmacológicas, como benzodiazepinas cuyas complicaciones pueden derivar en dolor de cabeza, somnolencia, letargo, fatiga y ataxia, así como riesgo de dependencia al fármaco e intervenciones no farmacológicas mediante drogas (naturales) que minimicen los efectos secundarios de las benzodiazepinas como son los compuestos aromáticos de las hierbas medicinales, los aceites esenciales.