El cáncer se ha convertido en una de las principales amenazas para la salud y el bienestar de nuestra sociedad moderna. Cada año, en el mundo se producen más de 12 millones de nuevos casos y más de 7 millones de muertes relacionadas con esta enfermedad. Y ante este desafío, también podemos recordar la ancestral alianza ente la humanidad y el reino vegetal.

Si queremos avanzar en nuestra evolución, debemos encontrar el camino de regreso a la Naturaleza y utilizar su sabiduría. Aquella contenida en las plantas medicinales y cuyos efectos han sido probados durante cientos de millones de años. Debemos redefinir nuestra relación con la Naturaleza y exponernos de nuevo a su increíble magia. Las plantas, los seres humanos y el Sol son socios primordiales en el desarrollo y mantenimiento de la vida en el planeta Tierra. «En el principio fue la luz», dicen los textos antiguos, y esta luz insondable fue la que dio origen a las innumerables expresiones de vida en el universo.

Hoy sabemos que todos los seres vivos estamos formados por luz, sonido y estructuras con diversas frecuencias. Los físicos que estudian partículas subatómicas saben que al observar con suficiente profundidad la esencia de la materia, se descubre que todo el universo está hecho de vibración y luz. ¿Qué dijo Albert Einstein? «En cuanto a la materia, nos hemos equivocado. Lo que hemos llamado materia es en realidad energía cuya vibración se ha reducido hasta el punto de ser perceptible para los sentidos. No existe la materia, solo luz y sonido». Vivimos en un océano de campos de energía vibrantes y fluctuantes.

La medicina vegetal que utilizaron nuestros ancestros a lo largo de la historia siempre ha estado conectada con los reinos sutiles de la Naturaleza, donde la curación, ante todo, trataba de restaurar y reequilibrar la energía sutil y la vitalidad del sistema humano.

PROCESO DE FOTOSÍNTESIS

Los aceites esenciales son capaces de realinearnos con estos campos de energía elementales de la Naturaleza, ya que se originan en un nivel muy sutil de la existencia vegetal. Son el resultado directo de la comunicación entre la planta y  las fuerzas cósmicas a través de lo que conocemos como “fotosíntesis”, un proceso que ocurre cuando la energía cósmica del Sol interactúa con las estructuras moleculares de la planta para dar lugar a los múltiples compuestos que estructuran la base física de todos los aceites esenciales. Gracias a su clorofila, las plantas actúan como bloques de energía fotónica, captando la energía del Sol y transformando su luz en energía bioquímica.

Las enfermedades pueden manifestarse como desequilibrios químicos. Sin embargo, en lo profundo, existe un desequilibrio electromagnético que ha alterado las frecuencias vibratorias específicas de las moléculas, células, tejidos y órganos del cuerpo. Reajustar adecuadamente su frecuencia original lo equilibra y restaura su resonancia armónica natural, la enfermedad no se manifiesta o se resuelve. Restaurar la energía del sistema y abordar las causas subyacentes de esta desvitalización debe ser el objetivo principal de cualquier terapia exitosa contra el cáncer.

Después de décadas de investigación sobre las causas del cáncer con docenas de enfoques, algunos muy especulativos, otros muy “alopáticos”, tenemos una evidencia asombrosa de que el cáncer es básicamente un problema de agotamiento de nuestro campo de energía en los niveles más sutiles.

Los aceites esenciales son el resultado de la interacción cósmica entre las plantas y el sol, que representa la energía biofotónica (energía de luz), por lo que podemos utilizar la aromaterapia de múltiples maneras para reavivar la vitalidad interior, el AGNI o fuego interior, como se conoce en Ayurveda. No olvidemos que cada gota de aceite esencial es energía líquida de Luz cósmica. Cada gota puede nutrir cada célula de nuestro cuerpo con 40.000 moléculas de energía biofotónica pura. Repito: avivar el PRANA o Chi, la fuerza vital inteligente del Universo con las moléculas vivas y llenas de fragancia volátil de los aceites esenciales.

A lo largo de los cientos de millones de años de evolución en la tierra las plantas han sido las grandes supervivientes. Ellas han desarrollado múltiples «trucos» o estrategias para defenderse ante enemigos de todo tipo, como animales y especialmente insectos, hongos, bacterias, virus y parásitos, siendo los aceites esenciales, una de sus armas más eficaces en la interminable lucha por la supervivencia. ¿Por qué no utilizar con mayor frecuencia estas estrategias del reino vegetal, que han sido tan probadas a lo largo del tiempo, a favor de nuestra propia supervivencia en la Tierra?

DESCUBRIENDO LAS RAICES DEL CANCER

La ciencia nos ha demostrado que las mayores probabilidades de vencer el cáncer se obtienen mediante una estrategia de enfoque múltiple que incluya cambios en los hábitos de vida, en la dieta, en el comportamiento y en la psicología. Además del uso de plantas medicinales y aceites esenciales puede ser un factor clave para el éxito en una crisis de recuperación provocada por una enfermedad grave como el cáncer.

Algunos médicos y oncólogos están convencidos de que la mayoría de los cánceres aparecen semanas o meses después de traumas emocionales, como la pérdida de un ser querido, un fracaso importante, un suceso trágico, un divorcio, una separación o una experiencia traumática. Incluso la jubilación puede ser un desencadenante. En Francia, por ejemplo, casi ninguna familia se salva del cáncer. 150.000 personas mueren de cáncer cada año, solo en Francia. (cf. Santé Corps Esprit, La lettre, 17/07/2018) ¿Cuántos dramas emocionales ocultos son posiblemente los desencadenantes de esta enfermedad?

CÁNCER: UNA LLAMADA A REPROGRAMAR UN SISTEMA HUMANO PERTURBADO

¿Podríamos decir entonces que el cáncer está vinculado a una especie de desprogramación del sistema humano? Quizás, nuestro organismo celular fisiológico reacciona ante algún mecanismo (aún) oculto en nuestro interior, conectado con la psique humana, con nuestras emociones, sentimientos y pensamientos, y que podría no estar en sintonía, resultar incoherente, negativo o desarmónico evitando que nuestra energía se mantuviese en un nivel vibracional saludable.

No olvidemos que debemos elegir cuidadosamente nuestros sentimientos y pensamientos, así como nuestro entorno si no queremos que se vuelvan tóxicos. O, dicho de otro modo, como dijo Buda: «Aferrarse a la ira es como beber veneno y esperar que el otro muera».

OLFACCIONES QUE EQUILIBRAN EL TRASTORNO PSÍQUICO

Quizás pueda sorprenderte, pero la Aromaterapia, con sus numerosos aceites esenciales, es ante todo una Terapia Olfativa, es decir, podemos cambiar nuestro estado de ánimo, pensamientos y sentimientos en segundos simplemente inhalando el aceite esencial elegido.

“Un hombre estaba sentado con nosotros durante una conferencia sobre aceites esenciales en nuestro Centro de AYURVEDA y AROMATERAPIA del sur de la India. Hicimos circular aceite de Agar para que todos pudieran olerlo bajo la nariz. Estaba sentado en la primera fila, y de repente comenzó a llorar mientras mantenía el pequeño frasco de aceite bajo la nariz. Cuando lo miramos, parecía estar en trance. Más tarde explicó que oler el aceite de Agar le había producido la misma experiencia de Humildad Divina que había experimentado hacía mucho tiempo durante un retiro de meditación avanzada. «El aceite me hizo llorar por un momento», dijo, «y también experimenté una expansión del corazón durante varias horas». (Malte Hozzel, diciembre de 2018)

Sin duda alguna, los aceites esenciales son excelentes sanadores emocionales. Gracias a su sutil estructura molecular, pueden atravesar fácilmente la barrera hematoencefálica e influir en segundos en nuestro sistema límbico, el responsable de nuestras emociones, recuerdos, impulsos preconscientes y subconscientes. De hecho, es aquí, en la centralita de nuestra energía psicofisiológica donde se concentran y se activan la mayoría de los factores que causan enfermedades. Mediante la armonización de los estímulos olfativos, podemos influir directamente en este núcleo de consciencia, equilibrando nuestros traumas y el impacto, a menudo caótico, de nuestras emociones y pensamientos.

Para la Medicina China, las emociones son una forma sutil de energía que pueden desestabilizar los cinco órganos principales de nuestro cuerpo, todos ellos vinculados a tipos específicos de emociones y energías internas:

El hígado y la vesícula biliar son muy sensibles a la ira y la frustración

La energía de los riñones y la vejiga se agota por el miedo, el susto y la ansiedad.

El corazón y el intestino delgado se desgastan por la impaciencia, el amor sentimental y el odio

El bazo, el estómago y el páncreas se debilitan por la preocupación, la ansiedad y los pensamientos obsesivos

Los pulmones y el intestino grueso se ven profundamente afectados por la tristeza y la melancolía

SALIR DEL CAOS Y REGRESAR A LA CONEXIÓN CÓSMICA

La Medicina China considera la curación como la ley natural que mantiene la armonía bajo “los cielos”. La enfermedad no se trata sólo por compasión hacia quien la padece sino porque perturba principalmente el orden cósmico y el entorno de todos los seres vivos.

Si las epidemias modernas, como el cáncer, azotan nuestras sociedades hoy en día de forma tan increíble, debemos preguntarnos: ¿qué nos pasa? o ¿qué le pasa a nuestra energía, a nuestro estilo de vida, a nuestra alimentación, a nuestro entorno y en consecuencia, a nosotros mismos que estamos expuestos constantemente al estrés y la tensión de este mundo moderno?
No es una pregunta fácil de responder si consideramos las innumerables influencias diarias externas (e internas) y los desafíos constantes que nuestro entorno, cultural, social, profesional, relacional, etc., nos plantea.

No somos individuos aislados, vivimos en un mundo de interconexión en el que a menudo sobrevivimos con el mínimo de energía para evitar el caos interno que nos lleva a la enfermedad.
No hay duda: el cáncer es un error creado tanto a nivel personal como colectivo. Y, de nuevo, son nuestras fallas mentales y psicoemocionales la causa real de la mayoría de nuestros problemas.
CITANDO A OTRA AUTORIDAD EN EL CONOCIMIENTO DEL ALMA:

“La conciencia o manifestación de la enfermedad no es más que una obstrucción creada por pensamientos humanos erróneos en el perfecto pensamiento-sentimiento del hombre que Dios creó. El hombre hereda las fallas de sus antepasados. Hereditariamente se ha habituado a la imperfección. Sus pensamientos erróneos impiden el libre flujo de la fuerza vital cósmica”.
(Sri Paramahansa Yogananda, “La búsqueda eterna del hombre”, pág. 367)

Así como las epidemias de peste que asolaron las civilizaciones occidentales a finales de la Edad Media fueron principalmente una respuesta de la naturaleza a la falta de higiene, el cáncer es nuestro nuevo desafío, esta vez centrando nuestra atención en:

La falta de higiene mental y emocional

Las patologías del comportamiento

Los malos hábitos alimenticios.

Los errores en el estilo de vida en general.

La contaminación, entre otros.

Epidemias como el cáncer deben entenderse como enfermedades colectivas. Cuando el «cielo» interior, es decir, el espíritu o el «alma» de la sociedad se vuelve caótico, las respuestas son prácticamente las mismas con el tiempo: tendremos cada vez más enfermedades colectivas, en particular las que llamamos «enfermedades degenerativas», como el cáncer, la diabetes, el Alzheimer, el Parkinson y otros trastornos autoinmunes o guerras. O ambas. O cambiamos.

Cuando la mal llamada «gripe española» azotó nuestro planeta justo después de la Primera Guerra Mundial en 1918, se cobró la vida de más de 50 millones de personas, cuatro veces más que la propia guerra. La caótica sociedad mundial, totalmente agotada, simplemente no pudo defenderse de este nuevo desafío.

LOGRAR LA PLENITUD DEJANDO QUE QUIEN LIDERE SEA EL ALMA

Debemos empezar por nuestro propio caos interior, todas las guerras y todas las enfermedades comienzan en la mente humana. Y todas las verdaderas victorias son victorias de la comprensión humana: las victorias del alma humana.

Centrarse únicamente en tratamientos sintomáticos para la lucha contra el cáncer NO PUEDE ser la solución. El cáncer y todas las enfermedades degenerativas son una llamada de atención del universo para que demos los siguientes pasos en la evolución humana. Es una crisis que exige nuevas decisiones y estas deben tomarse globalmente, colectivamente. La perturbada «Armonía Celestial» requiere respuestas más allá de nuestros cuerpos físicos. Estas deben incluir lo espiritual, el alma.

Para sanar, necesitamos estar completos, debemos observar las dinámicas sutiles de la Naturaleza para reconectarnos con nosotros mismos. No hay otra manera. Así que, encendamos nuestra luz interior, seamos más sensitivos a nosotros mismos y a nuestro entorno, veamos los errores, comprendamos los desafíos, elevemos nuestras frecuencias energéticas internas y protejámonos mediante la comprensión, comprendiendo el mundo, corrigiéndonos, encontrando nuevas opciones o tomando nuevas decisiones.
HOMEOSTASIS UNIVERSAL

Según la Teoría de Gaia, nuestro planeta Tierra, es un organismo vivo, inteligente y autorregulado. El suelo, la atmósfera, los océanos, las plantas, los animales y los seres humanos están todos interconectados y forman los órganos de este ser, cuya deidad es GAIA.
Cuando los seres humanos o los animales enferman, cuando su cerebro emite energías caóticas y su comportamiento se vuelve destructivo, GAIA les enviará unas plantas curativas específicas para restablecer la armonía. Las plantas desempeñan un papel específico en el ciclo de intercambio de energía entre todos los seres. Así, GAIA mantiene la homeostasis universal.

¿Sabías que las células cancerosas saben oler y que los aceites esenciales pueden llegar hasta ellas? Científicos de la Universidad del Ruhr de Bochum (Alemania), bajo la dirección del profesor Hanns Hatt, descubrieron hace tiempo que las células cancerosas poseen sus propios receptores olfativos.
Este estudio se publicó en la revista «Journal Archives of Biochemistry and Biophysics» y demostró que si ciertos aceites esenciales entran en contacto con, por ejemplo, células de cáncer de hígado, se puede detener su crecimiento. Existe un grupo molecular específico en los aceites esenciales que parece ser la principal fuente de ataque en caso de cáncer: los terpenos. Los terpenos son un grupo molecular importante presente en numerosos aceites esenciales, especialmente en aceites cítricos como el limón, el pomelo, la bergamota y la mandarina, y en los aceites de coníferas como el abeto plateado, la pícea negra, el pino silvestre y el abeto balsámico.

El profesor Hatt y su equipo descubrieron un mecanismo molecular especial que impidió e incluso detuvo el crecimiento de células cancerosas mediante la aplicación de terpenos. El mecanismo desencadenante es un receptor olfativo llamado OR1A2, que las células cancerosas mutadas llevan en su membrana celular. El hígado puede, por lo tanto, percibir las moléculas de los aceites esenciales, como explica el profesor Hatt. Las células cancerosas reaccionan a las moléculas terpénicas y detienen su crecimiento. El profesor Hatt y su equipo de científicos también descubrieron una proteína que se produce masivamente en las células del cáncer de próstata. Finalmente, la desenmascararon como un receptor olfativo de flor de violeta, es decir, la próstata no contiene el aroma de la flor de la violeta sino una molécula casi idéntica ligada a la hormona sexual masculina, la testosterona. Hatt descubrió que esta hormona esteroide puede activar el receptor olfativo y a través de una vía recién descubierta, indicar a la célula cancerosa que deje de dividirse.

“Esto significa prácticamente que con el aroma de la violeta se puede detener el crecimiento del cáncer”,

comenta con audacia el profesor Hatt sobre estos hallazgos. (Cf. http://www.pm.ruhr-uni-bochum.de/pm2009/msg00148.htm)

El profesor Hatt declaró:

“Estos hallazgos arrojan luz sobre el futuro de la prevención del cáncer y sobre terapias menos invasivas. Representan una prueba más de la importancia de los receptores olfativos más allá de la nariz y brindan esperanza para el desarrollo de una nueva forma de medicina con menos efectos secundarios para la terapia contra el cáncer” (The Huffington Post, 16 de mayo de 2015).

A diferencia de los inicios de este campo, la idea de receptores sensoriales fuera de los órganos sensoriales ya no es inusual.

“Son simplemente quimiorreceptores, y se pueden usar en muchos contextos diferentes de sistemas fisiológicamente distintos”,

afirma Thomas Finger, neurobiólogo de la Universidad de Colorado en Denver. (https://www.the-scientist.com/features/what-sensory-receptors-do-outside-of-sense-organs-32942)

RECUPÉRATE Y ENCIENDE LA LUZ DE NUEVO

En 2012, el Dr. Berkowitz de la Universidad Johns Hopkins, se acababa de mudar a un laboratorio donde las luces se activaban con sensores de movimiento. Uno de sus estudiantes comenzó a observar una curiosa respuesta en los vasos sanguíneos que había aislado para su estudio: cada vez que entraba y se encendían las luces, los vasos ejercían menos presión sobre el aparato que los investigadores le habían colocado para transmitir los datos, un transductor de fuerza.

La relajación de los vasos sanguíneos en respuesta a la luz, llamada «foto-relajación», se había descrito casi 50 años antes pero los mecanismos subyacentes nunca se habían dilucidado por completo. Berkowitz se preguntó si estos efectos estaban mediados por pigmentos sensibles a la luz. De ser así, no sería la primera vez que se encontraba un receptor sensorial fuera de un órgano sensorial. Lo que desconocíamos en nuestro mundo moderno y de comprensión occidental era que nuestros tejidos interactúan con la luz.

Debido a las interacciones de los tejidos con los fotones de luz, cuando la luz de la frecuencia adecuada (es decir, la luz infrarroja lejana o la luz visible) interactúa con los tejidos biológicos, se producen electrones. Por ejemplo, un antioxidante alimentario es simplemente un transportador químico de electrones adicionales, y el mismo efecto de proporcionar electrones adicionales por medios químicos también puede lograrse mediante la exposición a los fotones de la luz infrarroja lejana o la luz visible.
La luz infrarroja lejana y la luz visible son bandas de energía electromagnética particularmente beneficiosas para los seres vivos. Este efecto antioxidante fotónico explica en parte cómo los rayos vitales de la luz infrarroja lejana y la luz visible intervienen en la curación. (cf. http://www.royalrife.com/haltiwanger1.pdf)

El profesor Fritz Albert Popp, reconocido investigador oncológico alemán, habla de la llamada luz coherente ultradébil que emite cada célula y que constituye el medio central de nuestra comunicación intercelular. Para Popp, el espectro de luz ultravioleta fue el que despertó su interés.

La investigación sobre esta «luminiscencia celular ultradébil» en sistemas vivos, como la denomina el profesor Popp, fue descubierta por científicos rusos en la década de 1970. Esta investigación sugiere interacciones ocultas de campos cuánticos con la luz dentro de todos los sistemas vivos. Los científicos rusos demostraron en más de 5000 experimentos que «todas las células vivas transmiten información biológica a través de fotones, es decir, a través de la luz en el espectro ultravioleta». (F.A. Popp, “Biologie des Lichts”)

El profesor Popp confirmó que cada una de nuestras células emite constantemente «luz coherente ultradébil» o «biofotones». Nuestras células funcionan como imanes con cargas de campo positivas y negativas, especialmente nutridas por alimentos ricos en electrones y la saludable luz solar incluidos los demás rayos del espectro invisible de luz de nuestro planeta. Todos ellos, desempeñan un papel en este mecanismo vital pero esta carga puede descomponerse.

¿QUÉ SON LOS BIOFOTONES?

Los biofotones o «emisiones de fotones ultradébiles de los sistemas biológicos», como explica Popp, son ondas electromagnéticas débiles en el rango óptico del espectro; en otras palabras: son luz.
Todas las células vivas de plantas, animales y seres humanos emiten biofotones que no se pueden ver a simple vista, pero que se pueden medir con un equipo especial desarrollado por investigadores alemanes. (Prof. F. Popp, Biología de la Luz).

Estas diminutas corrientes de fotones se almacenan y emiten principalmente, según Popp, desde el ADN de nuestras células. Cabe mencionar que las emociones negativas, por ejemplo, afectan la señalización biofotónica de nuestro ADN y que las personas con cáncer, como explica Popp, tienen menos fotones.

Esto coincide con lo que afirma el inmunólogo Mahmoud Suhail en su investigación sobre el aceite esencial de incienso, que ha dado lugar a numerosos estudios científicos en los últimos años:

“El cáncer se origina cuando el código del ADN dentro del núcleo celular se corrompe. El incienso separa el «cerebro» de la célula cancerosa (el núcleo) del «cuerpo» (el citoplasma) y cierra el núcleo para impedir que reproduzca códigos de ADN corrompidos. Por lo tanto, debemos usar nuestra luz biofotónica correctamente para optimizar el lenguaje de nuestro ADN, como ingenieros maestros de nuestras energías psicofisiológicas”.
LOS GENES SON LA LUZ EN LA PUERTA

Los genes son la luz en la puerta, situados en el campo de transición entre nuestra existencia más íntima, física y cósmica. Es milagroso que como seres humanos, podamos influir en este nivel a través de nuestros pensamientos y emociones, y ciertamente también mediante la poderosa emisión biofotónica de los aceites esenciales. Si es cierto, como lo demuestra la ciencia hoy, que podemos influir en nuestro código de ADN, la teoría de que el cáncer está genéticamente determinado es solo parcialmente cierta. Se podría decir que estamos constantemente hablando con nuestros genes: el «genio en la botella». Nuestro ADN está vinculado al Campo Unificado del Universo, donde convergen todas las fuerzas de la Naturaleza y desde donde, en gran medida, definimos nuestra presencia, pasado y futuro; es decir, desde donde construimos nuestros deseos, atraemos la alegría, amigos, parejas, aliados espirituales, liberamos nuestros traumas o sanamos nuestras heridas.

LOS ACEITES ESENCIALES ACTÚAN COMO UN LENGUAJE DE REINICIO EN EL CÓDIGO DEL ADN

Parece que los aceites esenciales pueden tener una función directa de reinicio en nuestro código del ADN y podrían intervenir directamente en el nivel más sutil de nuestro almacén genético de información cuántica corrigiendo los datos erróneos emitidos por una comunicación celular deficiente. Los aceites esenciales pueden indicar a nuestras células cuál debería ser el código de ADN correcto y su lenguaje de reinicio podría ser a través de biofotones en el nivel de nuestra interacción psicofisiológica con el campo cuántico. Ciertamente, no es exagerado decir que la calidad de las emisiones de biofotones son señales de salud o enfermedad.

En otras palabras: el cuerpo, con sus billones de células, tiene una carga electromagnética. Los desequilibrios entre las cargas negativas y positivas internas del cuerpo debilitan la señalización celular lo que dificulta el funcionamiento normal del cuerpo y la recuperación en caso de lesión. El cáncer está vinculado con una interrupción drástica de la señalización celular cuya consecuencia es un «aislamiento cuántico» dentro de nuestro sistema.

Y no olvidemos: «En cada célula se producen unas 100.000 reacciones químicas cada segundo. La reacción química solo puede ocurrir si la molécula que reacciona es excitada por un fotón. Una vez que el fotón ha excitado una reacción, regresa al campo y queda disponible para más reacciones. Nadamos en un océano de luz». (Prof. F.A. Popp)

LA FUENTE DE LA LUZ

Pero la pregunta más importante sigue siendo: ¿De dónde proviene esta luz?

Desde la perspectiva oriental, este flujo biofotónico dentro del cuerpo debe estar vinculado al Chi (MTC) o al Prana (Ayurveda). El «Chi», en la sabiduría de la medicina china, es nuestra energía sutil que fluye a través de los canales energéticos de nuestro cuerpo (meridianos). El Chi regula todas las funciones corporales a partir de esta compleja red. Este flujo está claramente relacionado con las líneas nodales del campo biofotónico del organismo. El Prana del yoga indio y el Ayurveda, que fluye a través de los 72.000 Nadis o canales de energía (NAD = «sonido» en sánscrito), es una fuerza energética reguladora que tiene la misma base: los biocampos electromagnéticos débiles y coherentes y la radiación celular. (www.transpersonal.de/mbischof/englisch/webbookeng.htm)

O, como dice Gopi Krishna:

“En el cuerpo humano, el Prana crea una sustancia bioquímica sutil que actúa en todo el organismo y es el principal agente de actividad del sistema nervioso y del cerebro. El cerebro vive únicamente gracias al Prana”.

Esta sustancia química sutil se denomina «Soma» y «Ojas» y según la medicina ayurvédica son el resultado del funcionamiento armonioso de nuestro cerebro (pensamientos, emociones…) y nuestro sistema digestivo o nuestro «cerebro intestinal», como lo llamamos hoy en día en occidente.

MEDICINA ENTRE EL CIELO  LA TIERRA

Es muy posible que nuestra emisión biofotónica también pueda mejorarse mediante la meditación profunda, donde estamos en mayor contacto con nuestro cuerpo energético, y por lo tanto, aumentamos nuestras frecuencias de luz interior. Y sin duda, junto a nosotros, las plantas son nuestras mejores aliadas para el proceso de sanación energética biofotónica en caso de enfermedad.

Jim Oschman, autor del libro Medicina Energética, describe las Plantas Medicinales como la Farmacología Energética y la Alquimia Vegetal Empática, así como el Equilibrio Neurológico de la Energía Floral y Humana. (cf. Jim Oschman, «Medicina Energética»).

René Gattefossé, fundador de la aromaterapia moderna, menciona un aspecto interesante de los aceites esenciales cuando afirma: «Los aceites esenciales desempeñan un papel en los mecanismos de defensa debido a la energía vital que acumulan. Hoy, como antaño, podemos llamar sustancias volátiles a las sustancias vitales. La volatilidad y la fragancia son señales de una considerable actividad fisiológica y energía».

Yo lo llamaría «Medicina entre el Cielo y la Tierra»:

Oler (Tierra en sánscrito Prtivi) El primer elemento

+

Volatilidad (Espacio en sánscrito Akasha). El quinto elemento

=

Polaridad perfecta para la sanación
Por cierto, la palabra alemana para aceite esencial es «ätherisches Öl», que significa aceite etérico y que está vinculado al éter o espacio, el quinto elemento.

Desde la perspectiva de la planta, los aceites esenciales desempeñan el mismo papel en ellas que las hormonas en los animales:

Cumplen una función sexual y energética para mantener la especie y también estimulan el crecimiento de los tejidos

Sirven como reservas de energía para la planta

Establecen los mecanismos de comunicación con otras plantas, insectos y animales

Protegen a la planta contra virus, bacterias, hongos y plagas.

Poseen múltiples capacidades curativas para la planta y para la especie humana son elixires de vida.

Barbara Ann Brennan, autora del famoso libro Manos de Luz: Una Guía para la Sanación a través del Campo Energético Humano, escribe:

«Nuestros cuerpos físicos existen dentro de un cuerpo mayor, un campo energético humano o aura, que es el vehículo a través del cual creamos nuestra experiencia de la realidad, incluyendo la salud y la enfermedad. A través de ese campo energético tenemos el poder de sanarnos». (Barbara Ann Brennan, «Manos de Luz: Una Guía para la Sanación a través del Campo Energético Humano», Random House Digital, Inc., 1 de mayo de 1988)

Y este cuerpo mayor o campo áurico humano está conectado con nuestra emisión biofotónica, que podemos potenciar mediante el uso de aceites esenciales. ¿Un ligero masaje áurico con unas gotas de aceite de sándalo?. ¿Un masaje aromático después de un día agotador con una potente mezcla de aceites cítricos y aceite de almendras dulces?. ¿O simplemente un toque de jazmín o champaca para olvidar el estrés y la tensión?

El olfato aromático potencia el cerebro biofotónico y revitaliza el sistema nervioso central. En el cerebro reside todo el universo de luz y sanación.

 LA LUZ ESTÁ PRESENTE EN LAS PLANTAS SANAS Y SUS ACEITES ESENCIALES

En nuestro planeta, la fotosíntesis es el principal agente de transformación de la luz en vida. Cuando consumimos alimentos vegetales absorbemos y almacenamos los fotones y este mismo mecanismo se aplica a los aceites esenciales. El profesor Popp observó una alta radiación biofotónica coherente en numerosos aceites esenciales de Oshadhi que le enviamos para su análisis. Podemos afirmar que la exposición a la luz solar,  un estilo de vida saludable, la absorción de alimentos vegetales saludables (especialmente vegetales verdes) y las plantas medicinales fortalecen esta red biofotónica de nuestro sistema. Y sin duda, la emisión de luz biofotónica coherente del sistema celular humano, se ve potenciada por la radiación solar inherente a los aceites esenciales.

¿Te has preguntado que sucede cuando un aceite esencial como el de orégano o la ajedrea intervienen en caso de un ataque viral y por qué actúan de una forma que un antibiótico no podría?. ¿Podría ser que la altísima presencia fotónica en los aceites esenciales al aplicarse a nuestro sistema actúe como facilitador o mecanismo de reparación de nuestra comunicación celular la cual se pierde progresivamente en caso de enfermedad, y específicamente en el caso del cáncer?. ¿Y podría ser que los patrones de comportamiento, el estrés ambiental o la alimentación desvitalizada participen en este colapso biofotónico en el sistema humano?. ¿Quizás sería una expresión de un aislamiento de la fuente fundamental de radiación, es decir, nuestra luz interior?

Si se reajusta adecuadamente el sistema a su frecuencia original, podemos restablecer su equilibrio y restaurar su resonancia armónica natural. La enfermedad entonces tendría pocas posibilidades de manifestarse o se curaría rápidamente, y esto, en términos ayurvédicos, tiene que ver, como vimos, con SOMA o con OJAS presentes en alimentos saludables y plantas medicinales. Ciertamente, no es casualidad que los antiguos Rishis de la India dieran el nombre «OSHADHI» al mundo de las plantas medicinales, que significa «portador de OJAS», portador de luz.

-Blog escrito por el Dr. Malte Hozzel-

Traducido al español por Eva Bouzas-Ros

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