El género de las artemisas pertenece a la familia botánica de las Asteráceas, llamadas así debido a la estructura en forma de estrella de sus flores. Hasta hace unos años, se las llamaba familia de las compuestas o margaritas, debido al especial modo en que las flores forman un grupo circular dando la impresión de ser una sola flor. Pero en realidad, están compuestas por muchas flores pequeñas, llamadas florets. La familia tiene más de 1.620 subgrupos (géneros) diferentes y en total más de 23.600 especies en forma de hierbas, arbustos y árboles. Las Asteráceas están presentes en todos los continentes, son una de las familias de plantas más grande de nuestro planeta, y probablemente también una de las más recientes. Esta agrupación de flores formando una flor mandala, tiene algo fascinante. Muestra, en cierto modo, un principio de evolución de la unidad dentro de la diversidad, aporta una dirección evolutiva y tal vez también, una ventaja para la supervivencia de la especie.
Algunos botánicos piensan que los primeros miembros de este grupo botánico pudo haber aparecido en Argentina hace unos 50 millones de años. No hace mucho, si pensamos en términos de evolución. Representan hoy en día, una de las familias de plantas mejor estudiadas con un total de 5,000 especies examinadas por sus ingredientes químicos, muchas de las cuales contienen aceites portadores o aceites esenciales y otros compuestos medicinales. Algunas de las Asteráceas, por ejemplo, almacenan la famosa sustancia Inulina en las partes subterráneas de la planta. Esta sustancia sirve como sustituto del azúcar en caso de diabetes. Otras contienen un alto contenido en ésteres y sesquiterpenos, como las manzanillas, y otras a menudo, alto contenido en cetonas, como las artemisas.
Analicemos más a fondo el grupo de las artemisas
El género de las artemisas como subgrupo de la familia de las Asteráceas es muy especial. Es un gran y diverso género de plantas con más de 400 especies. En su mayoría son nativas de regiones templadas o cálidas de Europa, Asia y África del Norte, y les gusta crecer en hábitats secos y semi-secos, principalmente en suelos ricos en nitrógeno. Como la planta Ajenjo o Absenta (artemisia absynthium) que cuando crece en la Alta Provenza adora el suelo calizo. He visto artemisas también, creciendo en un suelo casi desértico, por ejemplo el Ajenjo blanco (artemisia herba-alba) en el sur de Marruecos.
Todas las Artemisas son medicinales y la mayoría de ellas están vinculadas con un grupo bioquímico especial: las cetonas. Las cetonas son un verdadero misterio en la evolución de las plantas. No importa la que elijamos, Ajenjo o Absenta (artemisia absynthium), Ajenjo blanco (artemisia herba-alba), Artemisa dulce (artemisia annua), Artemisa común (artemisa vulgaris) o Artemisia pallens, todas están directamente relacionadas con las cetonas, de forma específica la cetona de Artemisia (artemisa Ketone) o las diferentes Thuyonas (alcanfor, alfa-tuyona, beta-tuyona, cis-tuyona, trans-tuyona, por ejemplo), y en ocasiones también lactonas sesquiterpénicas muy especiales, por ejemplo la famosa artemisina en la Artemisa Annua.
Con el sabor amargo, mejor
Las cetonas son parte de las sustancias amargas de la naturaleza. Y amargo, como digo a menudo, es la medicina per se. Ningún animal comerá una planta amarga salvo cuando se sienta enfermo, queriendo, por ejemplo, limpiar sus intestinos de parásitos con algunas hojas de Ajenjo. Sí, el sabor amargo es una señal de advertencia en la naturaleza. No significa “no me comas”, sino “presta atención, no comas demasiado”.
«El sabor amargo parece ser la señal del mundo vegetal para tener cuidado, comer menos y activar los mecanismos de desintoxicación».
The Wild Medicine Solution. Guido Masé
También los famosos «alcaloides», ingredientes base de muchas drogas denominadas «tóxicas», se han especializado en el sabor amargo. Por supuesto, las plantas han diseñado este sabor para protegerse a sí mismas, pero al mismo tiempo han participado con sus cócteles amargos en una increíble cocina de alimentos saludables que a posteriori se convirtió en algo tan intrínsecamente útil para nosotros como humanos. Uno de nuestros órganos más importantes, el hígado, adora el sabor amargo, y el hígado es el desintoxicante número uno. De hecho, necesitamos este «xenobioma», como lo llaman los científicos hoy en día. Necesitamos esta ayuda de agentes vegetales externos para mantener nuestro sistema sano y limpio.
En ese sentido podemos decir que los aceites esenciales amargos están en todos los casos, participando en la limpieza del hígado. Y de nuevo, la dosis a la hora de utilizarlos es lo importante.
“Todo es tóxico, nada es tóxico, la dosis marca la diferencia”.
Hipócrates
En un principio, es positivo desafiar el sistema con un poco de sabor amargo en nuestra comida habitual para equilibrar el sabor dulce, disponible en exceso en todo lo que comemos y bebemos. En otras palabras, el sabor amargo es un desafío para nuestro cuerpo, pero necesario. Los científicos hablan hoy en día del «Goldilocks principle» del estrés, ni demasiado, ni demasiado poco, sino la cantidad justa. Eso es exactamente lo que debería suceder cuando usamos (incluso por vía oral) algunos de los aceites de Artemisa de nuestra botica casera. Puede ser un estrés para el sistema por un momento, pero nos convertimos en seres más fuertes de inmediato.
«Y es tan cierto: “(…), hemos visto que las plantas han presentado desafíos moleculares a los organismos que las comen y que el proceso de adaptación a esos desafíos ha ayudado a crear el hígado y los tejidos metabólicos que tenemos hoy en día.»
Y aquí estamos, en el centro de nuestra filosofía evolutiva, lo que hoy llamamos toxinas son parte de la máquina del tiempo de la evolución de la vida del planeta. Después de todo, el enemigo no es sólo un enemigo, sino que ayuda a desarrollar un sistema más fuerte, una psicofisiología más resistente y una maquinaria metabólica que funcione mejor. Si elimináramos todas las sustancias químicas desafiantes de nuestra ingesta diaria, probablemente seríamos menos resistentes al estrés y la tensión de nuestra exposición diaria al mundo.
Un ejemplo, la artemisa común
La artemisa es una planta perenne que crece en lugares baldíos, a lo largo de las carreteras, cercas y riberas de los ríos. Como la mayoría de las Artemisas, la hierba es muy poco exigente en cuanto a la calidad del suelo. Al estar relacionada con la planta de Ajenjo debido a sus ingredientes similares, también se la conoce como Ajenjo salvaje.
El aceite esencial de Artemisa se obtiene tras la destilación al vapor de las hojas secas. El rendimiento del aceite esencial puede oscilar entre el 0,1% y el 1,4% dependiendo de la parte de la planta utilizada, la época de cosecha y el origen de la planta. El aceite esencial, casi incoloro, tiene un aroma picante con una nota amarga y alcanforada que recuerda a té negro. El contenido químico resultante son principios amargos y taninos. El aceite esencial de artemisa común contiene en su mayoría mono-terpencetonas (principalmente alfa y beta tuyona, también alcanfor). El aceite esencial, hoy por hoy, se produce en Canadá, Francia, Hungría, Marruecos, India, China y Japón.
Un poco de conocimiento de la medicina popular
La artemisa se ha utilizado desde la antigüedad en las civilizaciones orientales y occidentales con fines rituales. Con ella se hacían fumigaciones, ayudaba a que los guerreros hiciesen acopio de valor antes de la batalla, con la artemisa se adoraban a los dioses del trueno, se consagraban lugares santos, fabricaban escobas para purificar lugares sagrados y trataban diversas enfermedades.
En la antigüedad, la hierba estaba dedicada a Artemisa, la deidad responsable de la caza y las plantas, de ahí el nombre genérico «Artemisia» elegido para las llamadas «plantas guerreras». Además, Artemisa era considerada como la deidad patrona para el parto y las parteras. Aún hoy, la llamada «moxación», se aplica a menudo en caso de que el bebé no se haya colocado correctamente antes de nacer con la cabeza hacia abajo. La partera enciende un puro de artemisa (moxa) y lo coloca en un punto concreto del pie de la madre para estimular a que el bebé realice el giro y se coloque correctamente.
La hierba artemisa ha formado parte de las tradiciones místicas femeninas en todo el mundo. En la Provenza, las jóvenes que tenían su primera regla eran recibidas por grupos de mujeres mayores con coronas de Artemisa en la cabeza y decoraban sus vestidos con hojas de la planta. La artemisa se utilizó para estimular la fertilidad, facilitar el parto, ayudar a expulsar la placenta, aliviar las molestias menstruales como náuseas y dolor de cabeza, pero también (debido a su perfil cetónico) promover el aborto mediante el uso de dosis muy altas. Por este motivo, la hierba o el aceite esencial no deben tomarse durante el embarazo. Además, la Artemisa puede hacer que la menopausia aparezca de manera temprana o prematura. Un nombre popular para el Ajenjo o Absenta en alemán es «Frauenwurz» = especia femenina, y muestra la conexión de la planta con el sistema femenino y sus efectos especiales en el ciclo menstrual y el sistema reproductivo. La artemisa suaviza el área abdominal de la mujer y ayuda a aumentar la alegría y el placer en el cuerpo femenino.
La planta y su aceite esencial, son agentes muy útiles en caso de enfermedades de los órganos abdominales ocasionadas por resfriados. Para las tribus teutónicas, la artemisa probablemente era considerada como la más poderosa de todas las plantas. Se creía que Thor, el dios teutónico del trueno, fortalecía sus habilidades mágicas usando un cinturón que los enanos le habían tejido con Artemisa. La artemisa era considerada una planta sagrada durante los días del solsticio de verano y de invierno, en los que se usaba para fumigar contra los espíritus malignos del hogar y los establos. Como planta conectada con el sol, representaba la apertura del corazón a la luz espiritual y la búsqueda del hilo dorado dentro del concepto de vida de uno mismo. A la iglesia cristiana en el pasado, no le gustaba la planta de Artemisa y se la consideraba como una hierba vinculada a la brujería, aunque el pato que comemos como tradición de Navidad, todavía hoy se sigue condimentando con esta hierba. La artemisa era considerada una planta mágica en Europa y Asia, y a menudo se usaba y se quemaba para entregar la preocupación y el sufrimiento de una persona al fuego.
En alemán, la hierba lleva el nombre «Beifuß», que significa «a los pies», lo que puede deducirse como propiedades curativas para los pies, ya descritas por los antiguos romanos. Sus soldados colocaban hojas de artemisa en sus zapatos para sobrellevar el dolor de las largas y fatigosas marchas. Algunas personas hoy en día usan unas gotas de aceite esencial de Artemisa en sus zapatos para fortalecer el bienestar físico y también el progreso espiritual. Dado que los pies representan en cierto sentido la «base» del cuerpo.
Para concluir
La mitología y las tradiciones medicinales populares de las plantas medicinales, son a menudo los mejores indicadores de los verdaderos aspectos curativos que se esconden detrás de los símbolos, historias o pinturas. El conocimiento primitivo de una hierba puede ayudarnos, hoy en día, a aprender cómo fortalecer nuestra salud física, y como resultado, la mejora de todas las demás partes de nuestra conciencia, ya sea la parte emocional, mental o espiritual. La planta Artemisa también puede enseñarnos que en la discreción de su apariencia exterior, puede haber milagros y bendiciones asombrosas escondidos detrás.
Si, como se dijo anteriormente, una planta como la Artemisa está «conectada con el sol y representa la apertura del corazón a la luz espiritual, para encontrar el hilo dorado dentro del concepto de vida de uno mismo», hay un significado profundo en ello. El género Artemisia, podemos decir, que es un género de plantas medicinales más habitual y poderoso. Una planta medicinal tiene que trasmitir nueva energía al sistema, tiene que funcionar como transformador, para poder purificar y renovar el espíritu en el hombre. Si atendemos a la etimología del nombre, medi-cinal, medi = med (en latín significa centro) y cinal = kyne (del griego mover), es decir, capaz de movernos al centro. ¿Qué centro?, el centro más íntimo de nuestro Ser. Esto es exactamente lo que hacen las Artemisas y sus aceites esenciales, su resplandor cetónico transfiere radiación cósmica a través de la bioquímica a nuestro cuerpo, dando un impulso decisivo a nuestro campos de materia fisiológico, si se ha vuelto caótico y ha causado enfermedad. Por lo tanto, crear facilidad es el primer y más simple principio de curación. Y eso es en realidad lo que la Diosa Artemisa con su arco y flecha quiere transmitir. ¡Su disparo está destinado a ir donde hay que superar los obstáculos!
¡Gracias!
Dr. Malte Hozzel. Fundador de Oshadhi. Oshadhi life, carriers of light